Él había terminado su jornada y como todo viernes se disponía a pasarlo bien, iba a pie rumbo a su casa con un maravilloso animo llamando a los amigos y a su polola, ella no respondía y el teléfono sonaba y sonaba. Insistía con llamarle cuando se encontró en una esquina con un choque violento y una mujer muerta en la camilla rumbo a la ambulancia, su rostro, ese rostro el amaba pero esos ojos ya no lo volverían a mirar, llorando el miraba a su polola, ahogando en su garganta su nombre, queriendo gritarlo y callarlo al mismo tiempo, en su teléfono sus llamadas perdidas. Sentado en el umbral de la puerta de su casa lloraba, recordaba y se cuestionaba, se preguntaba si habría sido su culpa por llamarle mientras manejaba, además se repetía una y otra vez las mismas frases "amor mio, perdóname", "no puedo acompañarte a donde fuiste", "te amo tanto tanto... tanto"...
Despertó de un brinco en su cama con una lagrima en su mejilla, el choque y todo había sido una horrible pesadilla, su corazón estaba agitado y las emociones llenaban su cuerpo y su corazón, miro a su lado y ahí estaba su polola, su amada durmiendo, belleza y magia ante sus ojos, pero... no era el amor de su sueño.
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